Curas pederastas: las puertas del infierno hacia la abominación de la desolación

Conclusiones
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Introducción
I. El camino ancho y el angosto
II. El sacerdocio de Cristo
III. El sacerdote y los niños
IV. El pecado en general
V. Los pecados que claman justicia al cielo y las abominaciones
VI. El sacerdote y el pecado
VII. La correcta acción del cristiano frente al pecado personal y del prójimo
VIII. El Abuso sexual infantil
IX. Los curas pederastas
X. El pecado de los sacerdotes pederastas y pedófilos
XI. La mentira
XII. La complicidad
XIII. El caso de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo
XIV. Intentan desvirtuar la lucha del Papa contra pederastas
XV. Legionarios, cómplices de Marcial Maciel
XVI. La abominación de la desolación
XVII. Los mentirosos
XVIII. Las Puertas del Infierno
Conclusiones
Luis González
Orden de Caballeros Crucíferos
Viacrucis de los Caballeros Crucíferos
Cantos Gregorianos
Sueños del fundador de los Crucíferos

Conclusiones.

 

La sociedad en su conjunto tiene el deber de proteger a los niños respecto de los pederastas, por tal motivo es imprescindible que en todas las naciones se actualicen las leyes penales a fin de que esta clase de delitos no tengan prescripción y puedan ser denunciados en cualquier tiempo. La ancianidad de los victimarios y de las víctimas no debe ser obstáculo para la acción punitiva del Estado.

 

Si es el caso de que alguno sea pederasta o que practica su homosexualidad mediante la sodomía, y cualquier clase de pecado en contra del sexto y noveno mandamientos, apremia el deber de arrepentirse, pero al mismo tiempo el deber de alejarse de cualquier clase de ministerio religioso y de cualquier oportunidad de trato con menores. Y si ha cometido la aberración contra algún niño, ha de restituirle del daño, con sus bienes materiales y entregarse a las autoridades para pagar su culpa en esta vida, si tiene aprecio por la salvación eterna de su alma.

 

Si los victimarios son los padres, madres y abuelos, hermanos y parientes, amigos, vecinos o personas de confianza, etc., el ascendente no debe ser obstáculo para la denuncia con búsqueda de las penas más severas, por parte de las víctimas o de quienes conozcan de los hechos y tampoco para el justo reclamo de reparación del daño con sus bienes. Cuando se trate de estas mismas personas, con grado de complicidad,  cuyos actos de omisión fueron factores coadyuvantes para la situación de abuso en contra de menores, han de pedirles perdón y de restituirles con sus bienes, cuando se trate del caso en el que el cuidado del menor fuera su primera responsabilidad. 

 

Los padres, parientes, amigos y conocidos, etc., que tuvieron conocimiento del abuso en contra de algún menor y ya sea que por su descuido haya ocurrido, lo hayan tolerado, disminuido su importancia e incluso victimizado al menor, culpándolo de tales hechos, deben ser denunciados y se les debe sancionar con la pena corporal más severa que contemplen las leyes, al tiempo de ser obligados a restituir el daño con sus bienes.

 

En el caso de las víctimas, el cristiano tiene el deber de perdonar a su victimario, lo cual no se contrapone con el deber con la sociedad de denunciarlo ante las autoridades, sin importar de quien se trate, de su padre, madre, hermanos, abuelos, otros familiares, vecinos, curas, obispos, etc. Las denuncias deben encaminarse a obtener el máximo grado de las penas corporales y el máximo de bienes y activos para reparación del daño, sin importar la edad de la víctima y de su victimario. El mismo procedimiento ha de aplicarse respecto de aquellos adultos cuya responsabilidad era la del cuidado de los menores y por su omisión y/o  minimizar los hechos, haya ocurrido el abuso.

 

Casos como el de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo no deben quedar sin un ejemplar acto de firmeza en el juicio del Estado y de la Iglesia. Dicha congregación debe ser suprimida y la iglesia debe prohibir que se junte con la palabra “Cristo”, la de “legión” , “legionario” y “legionarios”.

 

Es necesario que se elimine toda clase de vínculos y relaciones interiores y exteriores,  entre sus integrantes y en toda dirección, porque  han sido instrumentos para el crimen y fueron establecidas para serlo; sus nexos de obediencia, de forma de relacionarse todo cuanto emane o proceda de manera directa o indirecta de alguna estructura manifiesta o no, de las que fueron creadas por Marcial Maciel. Ello debe incluir a toda forma de relacionarse que provenga de los Legionarios de Cristo, del poder y facultades de sus integrantes para con terceros; de la congregación Regnum Christi y del movimiento conocido como “Las Consagradas”.

 

Asimismo, es necesario suprimir cualquier derivación como congregación movimiento, organización, asociación, apostolado, etc, que vincule de modo institucional los integrantes o ex integrantes de cada una de dichas instituciones creadas por Marcial Maciel, por ser instrumentos de las acciones de complicidad del crimen contra los niños.

 

Cada uno de los integrantes puede seguir su camino dentro de los múltiples que ofrece la Iglesia. Todos los cómplices en grado máximo o mínimo, de las abominaciones personales e institucionales, relacionadas con Marcial Maciel deben ser excluidos de los ministerios, reducidos a estado laical, con suspensión ad divinis y ser sujetos a procesos penales y civiles en cada país que corresponda. Asimismo, todos los bienes de dicha congregación deben ser repartidos entre las víctimas.

 

En aquellos casos que sea necesario, los cuerpos deben ser entregados a la posesión diabólica, para la salvación de las almas, como lo hiciera san Pablo respecto de quienes cometieron incesto y quienes tras haber recibido la fe de Cristo, no evitaron naufragar y de plano se volvieron blasfemos (1 Cor. 1-5;  1 Tim. 1, 18-20).

 

El no cumplir con el deber, en estos casos, califica indudablemente como complicidad y el cómplice no evitará ser arrojado fuera atado de pies y manos, y su nombre pisoteado por los hombres, ya que con tales actos perderá la sal de la que habla Cristo.

 

Es necesario señalar que la acción final de El Vaticano frente al caso de los Legionarios de Cristo revelará el verdadero poder del grupo de cardenales, obispos, empresarios, políticos y operadores ocultos que buscan controlar el papado en la más alta cúpula de la Iglesia Católica. Si prevalecen tanto la congregación como tal, con sus círculos y estructuras intactas, puede ser señal de que es inminente la manifestación de los fenómenos relativos a las bestias apocalípticas que surgen del mar y de la tierra, cuyos fundamentos ya dominan el mundo.

 

La resistencia y permanencia de les estructuras de los Legionarios de Cristo revelará sin duda, el poder del grupo frente a las decisiones del Papa. El significado es que el tercer secreto de Fátima, relativo a que la iglesia está bajo el poder total del maligno, se estará cumpliendo; que las enseñanzas, prácticas y estructuras, forma de vida en las profundidades de satanás que vivió y enseñó Marcial Maciel a sus cómplices en todos los grados y posteriormente a todo el mundo, cuando fue expuesta su vida, se han propagado por los grupos de control más poderosos en la iglesia católica y que el fundador de los Legionarios fue precisamente el gurú de todos ellos, tal vez no en lo pederasta, para todos, pero si en la maestría de la mentira y el ejercicio del poder que conjuntamente con ello ofrece el demonio.

 

Puede ser inquietante la idea de que la escuela macielista como forma de vida, de organización y de modo de relacionarse con los demás, dentro de la iglesia, tenga tanto poder y ascendencia, sin embargo, si se presentan señales de que los Legionarios de Cristo con sus estructuras y relaciones permanecen intactos, enmascarados con un cambio de nombre, y aún más, vomitan con soberbia declaraciones triunfalistas, quiere decir que tanto Marcial Maciel como los Legionarios de Cristo han sido la parte visible de un grupo sin nombre,  extremadamente poderoso, integrado por cardenales, obispos, superiores de congregaciones, laicos, empresarios, políticos y hasta militares, que no quieren que dicho instrumento desaparezca, tal vez porque es como su vínculo operativo, o porque al desaparecer esta ancla, ellos quedarán a la vista.

 

En tal caso los Legionarios de Cristo si son una militia militatis, el brazo configurado en orden de batalla, pero de tal grupo oscuro que ejerce un vasto poder dentro de la iglesia en todo el mundo.

 

Dicho poder confirma su acción con el hecho de que reiteradamente se observó emisión de un sofisma ad hominem y anfibiológico –esto es; engañoso, mentiroso--,  emitido desde las profundidades de la conjura macielista, para apuntalar la permanencia  de dicha congregación y las relaciones de poder que la sostienen,  con una maquillada, bajo otro nombre –se manejó el nombre de “Congregación del Reino de Cristo”, entre otros, aduciendo un fortalecimiento de la operación seglar-- que consiste en separar a Maciel del resto de sus seguidores y de las estructuras que él construyó para beneficio de ejercicio del poder con base en la mentira y la manipulación.

 

Tal sofisma se expresa con el dicho de que los integrantes de la legión y del movimiento regnum Christi  se mantienen fieles a su carisma, intentando todavía comprender qué ha pasado y cómo su fundador, el pederasta Marcial Maciel, fue capaz de cometer tantas atrocidades.

 

Ciertamente, cualquier medida que se adopte que no sea eliminar lo podrido y lo corrupto, en este caso las estructuras y las relaciones creadas al interior y al exterior; desintegrar todo lo que recuerde la misma existencia de esa organización, es contrario al Evangelio de Cristo y a la iglesia católica; es en servicio de los poderes de este mundo y del demonio. Además es una ofensa gravísima a todas las víctimas de todos los pederastas y contra la sociedad misma; es una ofensa contra la niñez.

 

Cristo estableció claramente el mandato de cortar y arrojar de sí lo que sea ocasión de pecado y de escándalo y, sin duda, no solamente los nombres de Legionarios de Cristo o Regnum Christi son ocasión de pecado y de escándalo, sino principalmente lo son todas las estructuras y relaciones de personas que se dan entre ellos y hacia fuera, toda vez que han creado relaciones de poder, de negocios, de comercio, de intercambio, de influencias con base en las costumbres de sometimiento a la complicidad, de fingimiento y de mentira, de utilización de las cosas de Dios para hacer negocios y establecer dichas relaciones internas y externas (Mt. 5, 29-30; Lc. 17, 1-3; 19, 45-46).

 

Todas esas relaciones son perversas. Aunque existieran reductos santos de personas que verdaderamente sirven a Cristo, indudablemente que se trataría de mártires perseguidos, tal cual lo fueron las víctimas de las asquerosidades,  perversiones,  abominaciones y porquerías que cometió Marcial Maciel y sus cómplices, quienes han permanecido impunes. Sin embargo no se ha sabido de que existan tales reductos.

 

Si los encargados de cortar y arrojar lejos de la iglesia a tales nombres, costumbres, estructuras, relaciones internas y externas no lo hacen y en lugar de ello trabajan denodadamente en conservar todo ello con sendas maquilladas, indudablemente es señal inequívoca de que tales pastores son iguales a ellos, cuando no, del grupo recóndito de poder, aquel que no sale a la luz, que los controla y que busca la transformación de la iglesia en una ramera como la que señala el Apocalipsis.

 

Alguien deberá hacer algo. Seguro que si no son los que deberían cuidar a las ovejas en contra de los ataques de los lobos, en todo caso, será el mismo dueño del redil quien lo haga. Parece que todo apunta a esto último.

 

Cuando menos, algunos jefes de Estado, ejerciendo el máximo deber de cuidar de los menores de su nación, deberían prohibir la operación de dicha congregación y de las que a su sombra surjan y mantengan las estructuras y relaciones de toda índole que han construido los Legionarios de Cristo. Si no lo hacen los jefes de Estado, lo pueden ejecutar los congresos o solicitar los partidos políticos.

 

Como se sabe, ninguno que verdaderamente siga a Cristo, que pertenezca o haya pertenecido a dicha congregación, se negará en depositar su vida en odres nuevos y no se obstinará en mantenerla en pellejos podridos y maquillados, donde ha quedado de manifiesto que ha sido refugio del demonio y de hombres demoniacos, con las abominaciones más asquerosas y repugnantes de la humanidad.

 

Lo que resalta en la reflexión es que el modo de vida en las profundidades de satanás, cuya esencia es la mentira, ha adquirido un poder devastador dentro de la iglesia.

 

En orden trascendente, el fenómeno de los curas pederastas y sus encubridores, así como los mecanismos de supervivencia de que se valen, se constituyen con tal cantidad y naturaleza de abominaciones, que solamente la necedad o la ignorancia impediría darse cuenta que se trata de una de las más notables manifestaciones de las señales de lo que se denomina los últimos tiempos (Sal. 92, 7; Mt. 16, 2-4).

 

La naturaleza del fenómeno en sí mismo, al confrontarse con la utilidad que su conocimiento debe reportar al cristiano, remite a lo que el apóstol san Juan advierte en su primera carta acerca del anticristo:

 

2:18 Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría un Anticristo;

en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora.

2:19 Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido,

habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros.

2:20 Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento.

2:21 Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo:

el que niega al Padre y al Hijo.

2:23 El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.

 

En su segunda carta señala:

 

Ahora han surgido en el mundo muchos que tratan de engañar, pues niegan que Jesucristo es verdadero hombre. Estos son el verdadero impostor y anticristo (2 Jn. 7).

 

Lo anterior significa que para el que cree ser cristiano existe la necesidad de reflexionar sobre sí mismo; si por sus actos pertenece al grupo de anticristos y cómo ha venido coadyuvando con el reinado del anticristo. De ser así, si quiere proseguir con ese camino o convertirse a verdadero seguidor de Cristo.

 

La primera cosa que debemos examinar es que aunque conozcamos acerca del anticristo, la utilidad de conocer eso es menor a la de saber que hay muchos anticristos por su conducta, y cuidar que uno mismo no sea de esos tales.

 

Asimismo, si nuestra conducta ha sido despreocupada de los deberes cristianos y más orientada a las cosas de este mundo y con ello hemos desarrollado un modo de vida conforme con el mundo, más que con Cristo, tenemos la oportunidad de salir de esa adormidera para velar sobre nuestra conducta prudentemente, tal cual lo recomienda Cristo (Mt. 26, 41).

 

Si es el caso de que alguno creyendo que va por el camino recto, solamente por asistir a actos religiosos y cumplir con algunas obligaciones, por sus obras se conoce que miente y usa de la mentira para alcanzar sus fines personales y todo lo acomoda a su capricho, en realidad va por el camino de la perdición, tiene la oportunidad de convertirse con esta reflexión.

 

En el caso de que alguno ha gustado de la maldad de las profundidades de satanás al practicar la maestría del pecado y ha experimentado el poder que el demonio le ha dado por hacer eso, y por eso le ha abierto la puerta de su persona para ser poseso de él, tiene la oportunidad de exorcizarse a sí mismo mediante el sacramento de la reconciliación y volver al buen camino.

 

Otro por su cobardía y miedo a perder el lugar acomodado, los beneficios económicos y los negocios que le ha reportado el ser cómplice de los malvados, o sin serlo, ha gozado de sus relaciones de poder, puede levantarse con la ayuda de la Virgen María y regresar al redil.

 

La oportunidad es única en esta vida. San Pablo expone una lista de los actos que cometen todos  los que no son de Cristo. Quien quiera salvarse, deberá arrepentirse de ello y recibir la gracia del perdón de sus pecados:   la lujuria, la impureza, el libertinaje, la idolatría, la brujería, los odios, discordias, celos, las rivalidades, la ira, las rencillas, las divisiones, las envidias, las borracheras, las orgías y otras cosas semejantes. Asimismo, los adúlteros, afeminados, homosexuales, bisexuales, lesbianas, pederastas,  ladrones, avaros, ultrajadores, maledicentes, mentirosos y rapaces, tampoco son de Cristo (Gal. 5, 19-21; 1 Cor. 6, 9-10).

 

La disyuntiva es tajante. Es imposible mantener una vida medio cristiana, es decir, que acepte vivir ciertas conductas evangélicas y al mismo tiempo cometa otras que son sancionadas. “¿Qué armonía puede haber entre Cristo y Belial? (2 Cor. 6, 15). Aquel que pretenda salvarse practicando algunas conductas recomendadas en el Evangelio o por los santos, pero al mismo tiempo mienta o cometa fraudes, se beneficie de la mentira de otros, de los negocios y de las relaciones de poder y económicas de los mentirosos o cometa pecados que a su juicio considere menores o, con la idea de que Dios que es muy bueno y habrá de dispensarle, comete pecado en contra del Espíritu Santo, es un creador de mundos con la ciencia del bien y del mal del demonio. Es uno más de los hijos del diablo y poseso del mismo por tales prácticas. 

 

Aunque estas enseñanzas deben estar lo suficientemente claras para los cristianos, hay quienes ostentan ese nombre pero creen que tienen licencia para usar de las acciones diabólicas para alcanzar supuesto fines buenos. Esto ocurre en toda clase de personas, independientemente de su posición económico social y estado. En las relaciones económicas suele darse mucho este fenómeno. Deviene tanto de la necedad como de la ignorancia de las personas que poco a poco han ido sacando a Cristo de sus actos, deduciéndolo a cierta clase de acciones, muchas de las cuales son de apariencia. Si aceptaran que Dios es el dueño de todo, sabrían que todas las posesiones del mundo, todos los bienes económicos, pertenecen a Dios y Él reparte con su providencia a todos los que necesitan y lo que le piden; lo entrega todo conforme a su sabiduría y al plan de la salvación de los hombres.

 

Hay desde quienes aparentan ser cristianos, cumpliendo ciertos ritos, pero con el único propósito de  comerciar y hacer negocios, esto es, con la fe como medio de negocio, hasta quienes creyéndose verdaderos cristianos, han acogido en su corazón la costumbre de realizar acciones contrarias a Cristo, como el mentir poco a poco, mezclar verdades con mentiras pequeñas, aprovecharse de estas mismas acciones que otros realicen y obtener ganancias.

 

Hay quienes creen que Dios le ha autorizado a utilizar las artimañas del demonio para lograr sus planes. En realidad se trata de verdaderos hijos del demonio que utilizan ni más ni menos que la forma y el fondo de la mentira en su máxima expresión, la sutil, la que parece verdad y bien. Son diestros practicantes y desarrolladores de esa ciencia del bien y del mal del demonio con la que sedujo a Adán y Eva. Por la puerta del amor de sí mismos han hecho de la mentira y del robo un trono para satanás en su corazón, diciendo que sirven a Cristo; son posesos y cometen el pecado contra el Espíritu Santo.

 

Los ambientes eclesiásticos y seglares que los rodean padecen ampliamente este mal.

 

Cristo es la cabeza de todo;  de todo acto del hombre que lo recibe. Esto incluye a todo acto de la vida del hombre, no unos si y otros no. Los actos de toda relación del hombre, desde que nace hasta que muere, desde que despierta hasta que duerme y hasta su sueño; toda la vida (Ef. 1, 10-14).

Cristo incluso advierte acerca de cuestiones bien concretas que no deben interponerse entre el hombre y Él, ya que producen pesadez en el corazón, esto es, en la voluntad: el libertinaje en cualquier faceta de la vida,  la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. Con ello sin duda Cristo advierte que los  que se toman libertades contrarias a su Evangelio, esto es, que no siguen al pie de la letra sus enseñanzas y los 10 mandamientos, los borrachos, los  que se embriagan con alguna comodidad o placer de la vida y los que viven preocupados por las cosas de este mundo, esto es, desde la lucha por sobrevivir hasta la lucha por acumular más de lo que ya se tiene; no son de Cristo. La muerte o la vuelta de Cristo les caerá encima como un ladrón y perecerán (Lc. 21, 34-36).

 

Quien no se configure estrictamente con Cristo, no lo recibe,  por tanto es uno de los anticristos de los que advierte san Juan y pertenece a la simiente de la serpiente. En estos tiempos, pertenece a las masas de la bestia que surge del mar. Puede convertirse, sin embargo, mientras la vida en esta tierra le sostiene, ya que con ese objetivo Dios provee de sendas reprimendas y Cristo ha venido a llamar a pecadores, no a justos (Apoc. 6, 8, 9, 11, 13, 15, 16, 18; Mt. 9, 13).

 

En este sentido, la existencia de los curas pederastas y las estructuras que los han hecho posibles es señal suficiente de la beligerancia final de las puertas del infierno contra la Iglesia; que la bestia que surge de la tierra, el falso profeta, el anticristo, está a punto de manifestarse, ya que el cuerpo de Cristo será retirado, porque los administradores no son dignos y su indignidad clama al cielo para que sean sustituidos por administradores fieles. Ese anticristo se manifestará por la  existencia de un pueblo de anticristos, cuyos sacerdotes se han convertido, por sus obras, en servidores del maligno e incluso como posesos; unos, encubridores, otros practicantes de todas las abominaciones, otros creyendo que están en lo correcto, caminan por el despeñadero de una repetitiva vida de roles del bienestar en este mundo; otros conformándose con proclamar sendas homilías, pero que su vida está acomodada con este mundo, que creen servir a Cristo de esta manera. Un reducto queda; el fiel,  los santos de Dios, perseguidos por su fidelidad a Cristo.

 

Es precisamente por el hecho de que existe una humanidad llena de pecado --incluidos sus ministros y sacerdotes-- cuyas abominaciones se amontonan hasta el cielo, el factor que origina que el cuerpo de Cristo, el sacramento de la salvación, sea retirado de la tierra, hecho con el cual entra en escena, para esa humanidad, aquél que se opone a Cristo, el anticristo, el falso profeta, la bestia que surge del la tierra, para encabezar a un pueblo de anticristos, que integra a la bestia que surgen del mar.

 

Por un breve tiempo un linaje de ministros religiosos adquiere poder con el anticristo, con una religión mundial que proclama a un Dios holístico y un cristo sin cruz, una humanidad hermanada, con una iglesia y una religión mundial que reúne en sí a todas. Se enseñorea por encima de la bestia, por encima del sistema de vida, económico político y social y de los que lo gobiernan y ostenta la inmundicia de su doctrina, y persigue y destruye a quienes se le oponen.

 

Con la aparición de ese linaje, que es la gran Babilonia, la madre de todas las abominaciones, que se asentará seguramente en Roma, su pontífice, el anticristo, en acuerdo con los poderosos de la tierra, la destruirán. Esa casta será aniquilada, junto con la ciudad. Es precisamente cuando el anticristo proclamará la divinidad de la humanidad y él como la personificación de dios. Los argumentos ya están expuestos, todos dirigidos a negar la existencia de Cristo mediante explicaciones de costumbres y rituales solares que la humanidad desarrolló como una expresión de vida dirigida a dar culto a su propia divinidad.

 

Se proclamará la divinidad del hombre, de sus instintos, sus temperamentos, toda su forma de ser, incluso aquellas acciones más aberrantes, como procedentes de su esencia humana, de su divinidad en el universo, hasta proclamar los poderes más oscuros del hombre a aquellos que hicieron posible que fuera poseído por el demonio, a quien primeramente se dará culto, no como tal, sino como el poder más recóndito y oscuro de la humanidad  y,  luego,  definitivamente, se le adorará como la verdadera divinidad del hombre, el liberador del hombre dios.

 

La relación del anticristo  con la bestia que surge del mar es la de un consumador y ejecutor del proyecto del demonio sobre la humanidad y en el libro de la revelación se advierte de las acciones concretas que realiza. Esta bestia se configura en el momento en que adquiere ciertas proporciones y surge aún cuando tiene una de sus cabezas heridas. En el momento que surge, el demonio le da su poder y su trono, esto es, se posesiona de sus integrantes y con ello les da la facultad de hacer mundialmente  cosas que antiguamente solamente hacia individualmente o con grupos y/o naciones determinadas. Este es el momento en el cual esa herida se le cura, esto es, la bestia se cura a sí misma y eso ocurre a la vista de toda la humanidad, la cual ante ello, le sigue. La herida que se le cura es la de la economía, cuyo sistema ha estado herido por largo tiempo y no logra reaccionar. Es precisamente cuando el sistema mundial opera como tal, esto es con todas las redes integradas en una sola, por un lado, y por otro, cuando se ha proclamado la esencia de la humanidad en dicho sistema, que se juntan todas las partes que son necesarias para que la economía mundial inicie una marcha armoniosa y vigorosa, dando trabajo,  riqueza y bienestar a  toda la humanidad. Cabe señalar que aún así habrá pobres, Cristo lo advirtió. Pero esos pobres no le interesan a la bestia, pero su herida estará curada y todos la seguirán y adorarán (Jn. 12, 8).

 

Cuando la tierra entera sigue maravillada a esta bestia por ser pródiga en beneficios y bienestar para todos, que es la humanidad misma estructurada de modo especial por todos sus pecados y abominaciones y que por ello es posesa de los demonios y puede hacer las cosas que hacen los demonios, cobra conciencia acerca de quién le procede ese poder y,  por eso le tributa adoración al dragón, lo acepta y lo ama y ama a la bestia, esto es; adora a ese poder que lleva dentro, que es el dragón, lo acepta como parte de sí misma y por eso también se adora a sí misma (Mt. 4, 9; Apoc. 13, 1-10).

 

Cronológicamente, ocurre primero el fenómeno anteriormente descrito, el cual es condición para la aparición de la segunda bestia, el falso profeta, el anticristo. La naturaleza de este ser es el de una persona que ostenta dos cuernos como cordero, pero habla como serpiente. Esto es, que para tener dos cuernos como cordero, surge del mundo religioso; del sacerdocio, del episcopado, de alguna orden religiosa. Es en este mundo en el cual siempre ha vivido y siempre se ha desarrollado y ha sido un ejemplar y prominente siervo de Cristo, que en un momento decisivo se convierte en bestia. Así está escrito  en el libro de la revelación;  dice que surge. No nace siendo malévolo, como se proclama en novelas y películas. Es un hombre que toda su vida ha sido ejemplo de virtud, y en un momento decisivo de la vida, tiene la tentación, tal como todos los hombres, pero este se incendia en la iniquidad que se ha venido gestando, como ya se ha explicado en el apartado de la tentación (Apoc. 13, 11; Ez. 28, 2).

 

Este falso profeta ejerce todo el poder de la bestia que surge del mar, esto es, el poder de todos los demonios y de todos los hombres endemoniados y de todo su sistema en la tierra y sirve a esas voluntades. Con ello, convoca a todos los hombres a adorarse a sí mismos y al poder que llevan dentro, a adorar a la bestia colectiva formada de hombres y demonios. Su convocatoria es la primera de ese orden,  con esa naturaleza y proporciones. Anterior a esto, cada quien lo hacia por su cuenta, ahora es toda la humanidad posesa por los demonios y guiada por un hombre demoniaco.

 

Para convocar a todos, incluyendo a los no posesos, realiza actos prodigiosos, como hacer bajar fuego del cielo y otras señales.

 

Uno de los actos fundamentales del anticristo es convocar a todos los hombres a configurar una imagen de la bestia y darle aliento, de modo que dicha imagen hable y pueda asesinar a quienes no adoren tal imagen. Seguido de ello, impone a todos el código de la bestia en la mano derecha o en la frente, de modo que quienes no lo posean no puedan comprar ni vender nada.

 

Este código es el nombre de esta bestia que surge del mar, pero al mismo tiempo es el nombre de un hombre. Aunque el libro de la revelación no indica que este nombre sea el mismo que el del falso profeta, del anticristo, existen iguales posibilidades para opinar que lo sea o que no lo sea.

 

Respecto de los hechos que dan lugar al anticristo, el hecho general es una humanidad cuyas abominaciones se han amontonado hasta el cielo, por lo cual el cuerpo de Cristo, la eucaristía es retirada, lo cual hace necesario que una limpia para generar a una nueva humanidad gobernada por Cristo.

 

Respecto de los hechos particulares, es posible obtener conclusiones al analizar las revelaciones que se dan en el capítulo 12 del Apocalipsis.

 

Primero aparece una señal en el cielo, la señal de la Virgen María, que es proporcional a la consumación del misterio de Dios (Apoc. 10, 7). Esto es, que se revela el plan original eterno de Dios por la Virgen María. Esto puede ocurrir tras una reunión de cardenales, aquellos cuyo oficio, encabezados por el Papa, proclamen los fundamentos que sustentan a la Virgen María como co-creadora y co-redentora de la humanidad. Tales revelaciones proclamadas como dogma, tienen la fuerza suficiente para ser la señal que los mismos ángeles vieron en el cielo y que originó la rebeldía de los que se convirtieron en demonios.

 

Con tal acto, en el mundo de la política se manifiesta un poder que quiere legitimarse y aprovecha de tal reunión o sínodo para introducir sus temas, --tal como el demonio aprovechó el mandato de Dios, cuya obediencia produciría la divinidad en el hombre, para introducir su ciencia del bien y del mal-- con lo cual entran en beligerancia nuevos actores, los cuales, conjuntamente con ministros de todas las religiones aprovecharán la inercia de tal sínodo o reunión de cúpula de poder vaticana para derivar la discusión de los temas necesarios para la conformación de una iglesia y una religión mundial que incluya a todas las religiones. Estos determinarán la eliminación de todos los ritos excluyentes que impiden la unión de las iglesias. En la Iglesia católica y las ortodoxas, se determina suprimir el rito de la Eucaristía. Se dirá a los necios, a los ignorantes y a los tontos, que no se preocupen, que solamente se está posponiendo este tema, para retomarse posteriormente.

 

Al ocurrir esto, entra en beligerancia aquel que va a legitimar dicha reunión o sínodo cupular, un individuo de conducta ejemplar e intachable, que en tal acto es tentado por el demonio y cae en todas sus tentaciones, incendiándose su ser en la iniquidad y determinándose en el acto a recibir todo el poder  del mundo, de la bestia y del demonio.

 

Tales sucesos son equiparables a la aparición de la señal de la mujer y la posterior aparición del dragón que arrastra con su cola a la tercera parte de las estrellas del cielo. Se configura así, la ramera, la babilonia madre de todas las abominaciones. Queda constituida la religión mundial sin sacramentos, con un cristo a la medida de los caprichos de todos, sin cruz ni arrepentimiento. Una religión con un dios para todos, lleno de amor por todos y que no excluye a nadie y abraza a todos los hombres sin importar si quieren seguir pecando.

 

Es en este momento cuando todos los malvados quedan de un lado y los justos en otro. Se cumple de manera radical la enemistad que Dios puso desde la creación del mundo entre la simiente de la serpiente y la de la mujer, por lo que inmediatamente entran en tensión y la simiente de la serpiente, la gran ramera, la falsa religión con su falsa iglesia llevan a su máxima expresión la persecución mundial en contra de todos los que no son como ellos, que ya había iniciado el sistema mundial, la bestia que surge del mar. Por eso dice san Juan en el Apocalipsis, que es le momento en que los santos ejercitan la fe y la paciencia que los caracteriza y no temerán ir a la cárcel o morir. Entonces, los verdaderos discípulos de Cristo serán perseguidos, solamente por creer en Él (Apoc. 13, 10; Jn. 15, 21; 16, 2-3; Mt. 24, 9-10).

 

Ciertamente la bestia del mar tiene tal naturaleza que al mismo tiempo son naciones, muchedumbres, sistemas políticos económicos y sociales, es el mundo del poder, pero en la narración del Apocalipsis se señalan ciertas características de personificación de la bestia. En todas las épocas se ha especulado acerca de tal personificación y se han presentado a grupos de poder y hasta máquinas infernales.

 

No ha existido, sin embargo, un ente que tenga proporción para que al mismo tiempo sea tanto las muchedumbres y sistemas de gobierno con sus gobernantes y los poderosos de la tierra, como un “algo” que  contenga a todo eso, como pueden ser el Internet, su software, su hardware y todo lo que contienen.

 

Este sistema tiene las características necesarias para contener a la humanidad que quiera tener presencia allí, se puede decir que es un monstruo integrado por acciones e interacciones de seres humanos. Es la esencia del ser humano, su alma, su divinidad, que bien podrá expresarse primero virtualmente a través de su proyecto  Blue Beam Project, denunciado por los conspiranóicos como un sistema por el que se proyectará en el cielo en cada región del mundo la divinidad en la que cada uno cree, y al mismo tiempo se emitirán ondas cerebrales desde torres en el mundo y satélites, para inducir estados alterados por los cuales cada quien sienta que se trata de su deidad. Todo ello para demostrar que el cristianismo es falso y que se trata de una forma más de la humanidad para expresar su relación con el universo y que la misma humanidad es su dios.

 

Independientemente de tal proyecto, el Internet tiene el potencial para comunicar a quien sea desde donde sea y para realizar millones de cosas. Tiene incluso la capacidad de incluir sistemas de vigilancia con referencia a códigos y de ser automatizado en un momento dado, puede vincularse con satélites y con armas de destrucción masiva o selectiva.

 

Si es posible que los telescopios actuales obtengan lecturas de galaxias que están a millones de años luz de la tierra, esos mismos pueden ser utilizados para detectar radiaciones y longitudes de onda de lo que sea necesario hacerlo en la tierra y al estar conectados en la red con un sistema de vigilancia, no será difícil que un láser destruya objetivos programados de esta manera o programados a la voz de alguien. Tal es la disponibilidad de recursos actuales, que un hacker muy habilidoso puede realizar una configuración de este modo, partiendo de aquella verdad que sostiene que lo que un hombre ha hecho, otro lo puede hacer también y que las encriptaciones hechas por un hombre, otro hombre las puede descifrar.

 

No podemos asegurar que las cosas vayan a ocurrir de esa manera, pero lo que sí podemos analizar es la naturaleza de los seres y, en este caso, la naturaleza de las redes permite lo anteriormente descrito y  representar a toda la humanidad con la divinidad que quiera endosársele mediante una personificación determinada e interactuar con cualquier persona y ejercer acción punitiva si no es acorde con los códigos que se le hayan cargado.

 

Tampoco podemos olvidar otros puntos de vista. En otras épocas ha habido gran corrupción del clero, de modo aberrante y abominable y se han configurado poderes terrenales equiparables a las bestias que se mencionan en el Apocalipsis y sin embargo no ha sido el fin de la era. De igual modo, en los planes de Dios podría estar que a pesar de todas las señales que hemos analizado, en esta ocasión tampoco sea el fin y que tengan que pasar otros cien o mil años para que ocurran los hechos narrados.

 

Lo fundamental es no perder el tiempo. Cada acción debe ser digna de Cristo, con Cristo; una acto de amor por habernos amado tanto, por habernos redimido, debe ser perfecto por su bondad como reflejo de Cristo en su intención, en el medio y en el fin. Realizar acciones para algo distinto es un absurdo. El verdadero poder del hombre radica en esto y solamente los necios y los ignorantes dejarán escapar esta oportunidad que jamás volverán a tener y se odiarán eternamente por ello, más aquellos a los que les fue dado el saber con claridad acerca de esto (Ef. 3, 14-21).

 

Tal ruta de configuración con Cristo para gloria del Padre, tiene una culminación en esta vida: la cruz. Esta debe ser cargada cada día, pero la cruz se carga para ser crucificado en ella, para lo cual nos debemos preparar con agradecimiento, generosidad y alegría, de poder compartir con Cristo, sin merecer y, a pesar de nuestros pecados. Tras de ello solamente queda la resurrección para la vida eterna.

 

El tiempo apremia, como escribe san Juan.

 

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Luis Martìn González Guadarrama