VII. La correcta acción del cristiano frente al pecado personal y del prójimo
Aunque
parece que el tema es claro y debidamente explicado en el catecismo de la Iglesia Católica, resulta que a la hora de pronunciarse
respecto del mismo muchos curas y obispos tienen sendas dificultades de lenguaje y son responsables de todas las mentiras
que como consecuencia de su ambiguedad se produce entre quienes los escuchan.
El pecado
es el que produce la muerte eterna y del mismo nos ha venido a redimir Cristo y, para ello, dejó el bautismo y particularmente
el sacramento de la reconciliación.
El cristiano
debe rechazar al pecado y convertirse del mismo hacia una vida nueva, en el cumplimiento del decálogo y del Evangelio de Cristo.
Respecto
del pecado del prójimo, el cristiano repudia al pecado pero ama al pecador, lo amonesta –siempre convirtiéndose primero
a sí mismo-- y cuando este no se convierte lo reprende con dos testigos para que se convierta y de no hacerlo se separa de
este.