Curas pederastas: las puertas del infierno hacia la abominación de la desolación

XVI. La abominación de la desolación

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Introducción
I. El camino ancho y el angosto
II. El sacerdocio de Cristo
III. El sacerdote y los niños
IV. El pecado en general
V. Los pecados que claman justicia al cielo y las abominaciones
VI. El sacerdote y el pecado
VII. La correcta acción del cristiano frente al pecado personal y del prójimo
VIII. El Abuso sexual infantil
IX. Los curas pederastas
X. El pecado de los sacerdotes pederastas y pedófilos
XI. La mentira
XII. La complicidad
XIII. El caso de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo
XIV. Intentan desvirtuar la lucha del Papa contra pederastas
XV. Legionarios, cómplices de Marcial Maciel
XVI. La abominación de la desolación
XVII. Los mentirosos
XVIII. Las Puertas del Infierno
Conclusiones
Luis González
Orden de Caballeros Crucíferos
Viacrucis de los Caballeros Crucíferos
Cantos Gregorianos
Sueños del fundador de los Crucíferos

XVI. La abominación de la desolación.

 

Aunque no es posible negar que en la Iglesia católica han ocurrido violaciones de niños a manos de sacerdotes desde siempre, por la sencilla explicación que en la humanidad así ha sido, el contexto en el que se han dado las aberraciones de esta naturaleza que han ocupado la segunda mitad del siglo 20 y principios del 21, más que otras, tienen características fundamentales para considerarse como señales de la abominación de la desolación, que es la madre de todas las abominaciones y la última.

 

Apuntan a esa dirección las condiciones que han hecho posible que incluso obispos y fundadores de congregaciones sean los monstruosos victimarios, tal como la existencia de obispos y cardenales encubridores, --algunos hasta el cinismo, como en el caso del mexicano Onésimo Cepeda--, así como su relación con el poder  político y económico de las naciones y dentro de la propia Iglesia, que se manifestaron en el proceso de sucesión papal a la muerte de Juan Pablo II.

 

El asunto de los curas pederastas es la suma de todo cuanto Dios abomina, acerca de lo cual oportunamente Él advirtió al hombre en el antiguo y el nuevo testamentos.

 

La conjunción de todos los pecados abominables que implican la existencia de tal fenómeno hace plausible la tesis de que representa la suma de las condiciones necesarias para la aparición de la abominación desoladora previa a la segunda venida de Cristo. Ello independiente de que al mismo tiempo y en oposición, exista una proporción de la iglesia con una vida ejemplar de santidad excepcional.

 

Sea que se reflexione en torno del fenómeno en particular o en general, a partir de un cura pederasta o de un grupo de estos; el fenómeno de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo o todos, se obtiene que las partes que integran al objeto de análisis son las abominaciones y pecados que claman justicia al cielo y pecados que ultrajan y agravian especialmente a Cristo.

 

Ciertamente que la suma de las abominaciones que habrá de ocurrir al final de los tiempos, por la naturaleza misma de la existencia de las cosas, implica la existencia de las condiciones necesarias y suficientes del ser.

 

Esto es, que para que ser dieran todas las abominaciones y pecados que claman justicia al cielo, como los que ultrajan y agravian  a Cristo, fue indispensable que existieran todos los pecados en contra de los 10 mandamientos durante largo tiempo y casi de forma institucional y que los encargados de que eso no ocurriera, se convirtieron en administradores malvados que no solamente omitieron hacer su trabajo, sino que se apropiaron de la viña y del rebaño para satisfacer únicamente sus personales intereses..

 

Tales condiciones hicieron posible la germinación de las abominaciones, su crecimiento, fortalecimiento y proliferación hasta convertirse en la más común de las expresiones de los núcleos de poder dentro de la Iglesia y en una forma común y corriente de vivir para todos los fieles.

 

Es así que la existencia misma de los curas pederastas ocurre en un ámbito que tiene las condiciones necesarias para ello, por lo que su entorno viene a ser la sabia de la que vive: el pecado carnal contra la naturaleza, el pecado de los sodomitas (Gn. 18, 20; 19, 13; Lv. 18, 22; Dt. 22, 5);  el pecado cometido en contra de los niños (Mt. 18, 10); acto carnal con la mujer del prójimo (Lev 18, 20); presentar ofrendas a Dios que fueron mal adquirida o con fraude (Dt. 23, 18; Prov.15, 8-9; 1 Samuel 15, 22-23; Mt. 7, 21-23; Is. 1, 11-14; Mt. 15, 7-9); la perversión del corazón, la maquinación en contra del prójimo y para cometer más pecados (Prov. 11, 20);  la mentira (Prov. 12, 22; Ef. 4, 25; Jn. 8, 44;  Apoc. 21, 8; Tito 1, 2), los  corazones altivos (Prov. 16, 5; Sant. 4, 6; 1 Ped. 5, 5); la justificación del impío y la condena contra el justo; llamar a lo malo llama bueno y a lo bueno malo (Prov.17:15;  Is.5, 20).

 

El sacerdote pedófilo y/o pederasta es un representante del mal, del pecado, del demonio en su máxima expresión; es su hijo, dado que habiendo sido consagrado para ejercer el sacerdocio de Cristo y proveer la salvación a los demás, se sirve de tal investidura, poder y ministerio para cometer todas las abominaciones y como corona de las mismas, consumar aquel pecado por el cual los ángeles claman justicia a Dios, el pecado especialmente abominable para Cristo. Su pecado es el más abominable y desolador de todos.

 

En este contexto, la lucha que enfrentó el cardenal Joseph Ratzinger con el grupo de cardenales adversos a la corrupción,  a los pederastas y contrarios a las corrientes que buscaban cambios a favor del aborto, los anticonceptivos, el clero casado, las celebraciones interdenominacionales en detrimento de la Eucaristía y la religión al gusto de todos, ha sido, por su naturaleza, titánica, y aunque no obtuvo la victoria al 100 por ciento, ya que se vio forzado a aprobar la eliminación de la prohibición lapidaria que existía para la confesión del cómplice de un pecado mortal.

 

La especial dificultad de la lucha del actual Papa Benedicto XVI fue que precisamente los pederastas estaban incrustados en el sector conservador de la Iglesia  y ostentaban los mismos valores que proclama el grupo al que él pertenecía: eran contrarios al aborto, los anticonceptivos, el clero casado, las celebraciones interdenominacionales en detrimento de la Eucaristía y la religión al gusto de todos, etc.

 

Es necesario abrir un paréntesis para señalar otro indicativo de la lucha intestina que ocurre en la iglesia, es el relacionado con el tercer secreto de Fátima, cuya manipulación se ha dado en torno de favorecer el desarrollo del grupo de poder que quiere vaciar a la iglesia de su tradición en función de cambios que permitan establecer una religión mundial al servicio de un poder económico y político mundial.

 

Respecto de la manipulación que se ha dado en torno del tercer secreto de Fátima, resaltan los análisis de Luis Eduardo López Padilla. Aquí se reproduce un resumen que de estos hizo el periodista José Alberto Villasana:

 

“Se equivoca quien crea que la misión profética de Fátima ha terminado”: Benedicto XVI (Mayo 2010) 

 

En dos ocasiones, durante su visita a Fátima en mayo de 2010, el Papa señaló que el contenido del Tercer Secreto de Fátima tiene un significado de futuro, como tratando de manifestar una inquietud personal. También declaró que la persecución más violenta proviene del interior de la Iglesia.

 

No es la primera vez que declara algo parecido. En el año 2003, siendo aún cardenal, Joseph Ratzinger admitió públicamente, en una entrevista en el canal EWTN de la Madre Angélica, que la interpretación del Tercer Secreto podría ser diversa a la ofrecida en junio del año 2000 y referirse a un acontecimiento futuro, y no al atentado que sufrió el Papa Juan Pablo II en 1981, como se quiso hacer creer en el año 2000. Y algo más revelador aún: a Mons. Williamson, Ratzinger le confesó que el entonces secretario de Estado lo obligó a aceptar esa interpretación: “Sodano me torció la mano” (ver Panorama Católico, Vol. 2, No. 14 (12/01/07).

 

En efecto, la revelación que tuvieron los pastorcitos de Fátima no se puede referir al atentado en plaza San Pedro. Los niños vieron, como bien dice el comunicado del 26 de junio del 2000, a un obispo vestido de blanco (que temían fuera el Papa) huyendo de una ciudad en ruinas, sobre los cadáveres de muchos sacerdotes y laicos, para posteriormente ser asesinado de forma violenta.

 

Cuando el atentado de 1981 Roma no estaba en ruinas, el Papa Juan Pablo II no salió huyendo, no había cadáveres por las calles, y no fue asesinado posteriormente. Es decir, no hay absolutamente ninguna concordancia de ese hecho con la visión que tuvieron los niños.

 

Por otro lado, si de verdad se refiriese a ese acontecimiento histórico, ¿por qué esperar veinte años para darlo a conocer?

 

No. La visión que tuvieron los tres pastorcitos se refiere a un acontecimiento futuro de la Iglesia que al día de hoy no ha tenido verificación. Además, cabe mencionar, la visión que tuvieron corresponde casi textualmente con la revelación que tuvo el Papa San Pío X en 1909: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”. Ese acontecimiento claramente no ha tenido aún verificación.

 

El punto medular y delicado de la cuestión es que después de la visión que tuvieron los niños, la Virgen María les dio a conocer el significado de la visión, explicándoles claramente lo que sucederá con la Iglesia, y esas son las palabras explicativas que el cardenal Angelo Sodano intencionalmente ocultó, dándole a la visión un significado diverso.

 

El hecho de que después de cada una de las visiones la Virgen les daba a los niños las palabras explicativas quedó evidenciado por lo que contó la Hermana Lucía: los tres veían las visiones, pero solo Lucía veía las visiones, escuchaba las palabras explicativas de la Virgen y, además, hablaba con Ella. Jacinta veía las visiones y escuchaba las explicaciones, pero no hablaba con la Madre de Dios. Y Francisco solamente veía las visiones, no hablaba ni tampoco escuchaba las palabras de la Virgen, por lo que explícitamente la Virgen les dijo a Lucía y a Jacinta: “esto no lo digáis a nadie, a Francisco sí podéis decírselo”.

 

En el año 2000, el secretario de Estado, Angelo Sodano publicó únicamente la primera parte del así llamado “Tercer Secreto”, es decir, la que se refiere a la visión que tuvieron los niños, pero intencionalmente omitió la explicación que la Virgen les dio respecto a lo que vieron, ocultando el hecho de que existen esas palabras explicativas.

 

Para complicar la situación, la vidente Lucía escribió, en dos documentos diversos, la visión y las palabras de la Virgen, por lo que sí se prestaba a hacer perdidizo el segundo documento, sepultando su existencia.

 

El primer documento.

 

La Hermana Lucía, única superviviente de aquellos tres pastorcitos (hasta el año 2005), se enfermó gravemente en junio de 1943. Su superior, Monseñor Da Silva, Obispo de Leiría-Fátima, temiendo que pudiera fallecer por la enfermedad, le ordenó, el 15 de septiembre, escribir el Secreto de Fátima. La Hermana le pidió la orden formalmente y por escrito. A partir de que la recibió, a la monja le atacó una extraña parálisis que ella consideró de tipo sobrenatural. Finalmente, el 2 de enero de 1944, la misma Virgen María se le apareció nuevamente confirmándole que esa era la Voluntad de Dios, y que le daría la fuerza y la luz necesarias para poder escribirlo, cosa que hizo al día siguiente. Sin embargo, por el decaimiento tan severo que tuvo, la Hermana Lucía sólo pudo escribir, en tres páginas de su diario, la visión, pero no las palabras de la Virgen que interpretan la visión.

 

El segundo documento.

 

No fue sino hasta seis días después que la Hermana Lucía volvió a tener fuerzas y finalmente escribió, en una hoja suelta, las palabras explicativas de la Virgen respecto a la visión. Este hecho sucedió el 9 de enero de 1944 en la Capilla del Convento de Tuy.

 

Existen varios testimonios, si bien indirectos, que confirman la existencia de dos documentos diversos: el Cardenal Ottaviani; el Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II; el Padre José Schweigl, enviado por el Papa Pío XII a visitar a Lucía en el Carmelo de Coimbra el 2 de septiembre de 1952; el Padre Agustín Fuentes, sacerdote mexicano postulador de las causas de beatificación de Francisco y Jacinta y de los mártires mexicanos asesinados bajo el régimen de Plutarco Elías Calles (el Padre Fuentes entrevistó a la Hermana Lucía el 26 de diciembre de 1957). Pero el más importante es el del Arzobispo Loris Capovilla, ex secretario particular del Papa Juan XXIII, quien pudo leer personalmente ese segundo documento.

 

Esos testimonios, al igual que todos los documentos históricos de Fátima, están recogidos en obras especializadas de diversos expertos como el Padre Joaquín María Alonso, claretiano español y archivista oficial de Fátima (26 volúmenes, 5052 documentos); el Hermano Michel de la Trinité (4 tomos), y el Hermano François Marie des Agnes (4 tomos).

 

Incluso se sabe en qué fechas (diversas también) llegaron ambos documentos a El Vaticano, en dónde se guardó cada uno de ellos (por separado), y hasta en qué fecha los Papas los han leído. Toda esta historia contemporánea se haya reportada en diversas obras recientes que le invito a leer: Andrea Tornielli (Il Segreto Svelato, Italia, 2000); la del vaticanista Marco Tossati (Il Segreto Non Svelato, Italia, 2002), la de Solideo Paolini (Fátima, non Disprezate le Profezie, Italia, 2005), la de Antonio Socci (Il Quarto Segreto di Fatima, Italia, 2006), y la del escritor e intelectual mexicano Luís Eduardo López Padilla (Dos Papas en Roma: Una documentada investigación sobre el texto no publicado del Tercer Secreto de Fátima, México, 2007).

 

En el mensaje que escribió la Hermana Lucía el 9 de enero se encuentra descrito, con detalle, la verdadera explicación de la visión que tuvieron. Allí se revela la gravísima crisis que sufrirá la Iglesia a partir de que un Papa recién electo tenga que huir de Roma en situaciones calamitosas, y el resultado nefasto de que un Antipapa se quede gobernando desde la silla de Pedro, provocando un doloroso cisma.

 

De allí la declaración del Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: “Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que la humanidad jamás haya pasado. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar”.

 

Tres años después, siendo ya Papa, el 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo II reveló en Fulda, Alemania, en una rueda de prensa con motivo de una Reunión del Episcopado alemán, que, en efecto, la Iglesia y el mundo están por iniciar la más grave prueba de su historia. Un periodista le preguntó si era auténtica la versión diplomática del Tercer Secreto filtrada por el periódico Neues Europa, el 15 de octubre de 1963 (ver al final*), y porqué el Secreto no se había publicado en 1960, como lo había solicitado la Virgen durante las visiones.

 

La respuesta del Pontífice fue publicada en el periódico alemán Stimme des Glaubens (SG10/81): “Por su contenido impresionante, y para no estimular al poder mundial del comunismo a llevar al extremo ciertas injerencias, mis antecesores prefirieron darle una relación diplomática del secreto. Además, debería bastar a todo cristiano saber que el secreto habla de que océanos inundarán continentes enteros, de que millones de hombres se verán privados de la vida repentinamente, en minutos. Con esto en mente, no es oportuna la publicación del secreto. Muchos quieren saber sólo por curiosidad y sensacionalismo, pero olvidan que el saber lleva consigo también la responsabilidad. Ellos pretenden solamente satisfacer su curiosidad, y esto es peligroso. Probablemente ni siquiera reaccionarían, con la excusa de que ya no sirve de nada”.

 

Inmediatamente le preguntaron: ¿Y qué sucederá con la Iglesia?, a lo que el Papa respondió: “Debemos preparamos a sufrir, dentro de no mucho tiempo, grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida y a entregamos totalmente a Cristo y por Cristo. Por vuestra oración y la mía es posible disminuir esta tribulación, pero ya no es posible evitarla, porque solamente de esta manera puede ser verdaderamente renovada la Iglesia. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha efectuado con sangre! Tampoco será diferente esta vez”.

 

De las palabras de Juan Pablo II surgen varias preguntas: ¿En qué consistirá esa “tribulación” que “no es posible evitar” y que constituye la única vía para renovar a la Iglesia? ¿Cuáles son esas “grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida”?

 

Por las recientes declaraciones de Benedicto XVI resulta evidente que él está queriendo tomar distancia de la interpretación inventada por Sodano en el año 2000. El Papa conoce el texto que escribió Lucía el 9 de enero y sabe que nada tiene que ver con aquella interpretación bizarra.

 

Cinco meses después de la entrevista a Juan Pablo II (13 de mayo de 1981), intentaron quitarle la vida a Juan Pablo II en Plaza San Pedro, y él consideró que ese atentado tenía que ver con las revelaciones de Fátima. Y de hecho fue así, ya que el terrorista Alí Agca reveló, años después del atentado, que no hubiera podido llegar a Plaza San Pedro sin ayuda de gente “dentro de El Vaticano”.

 

Pero a partir de allí el contenido del Secreto volvió a entrar en un extraño silencio. No fue sino hasta el año 2000, por presiones del mismo Juan Pablo II, cuando se anunció que éste sería publicado. En la Secretaría de Estado se dieron tensiones y bloqueos ampliamente documentados en los libros arriba mencionados.

 

Finalmente, el 26 de junio del año 2000, el cardenal Sodano dio a conocer la visión, pero ocultando las palabras de la Virgen y atribuyéndole una interpretación inventada, falsa y a todas luces forzada.

 

Por cuanto a la entrevista del cardenal Bertone con la Hermana Lucía, los estudiosos del tema la consideran como la fuente más desacreditada. El relato que hace Bertone, de una entrevista que según él duró dos horas, consiste en tan solo 44 palabras en italiano (de lo que la vidente dijo en portugués), y de la que no hay ningún registro o grabación.

 

Como bien dice el escritor católico Antonio Socci:

 

“Tanto para acallar muchos rumores y leyendas, como para proteger al Vaticano de las acusaciones de manipulación, Bertone debería haber grabado, o a lo mejor también filmado, esos coloquios excepcionales para dejarlos a la posteridad. O al menos transcribir todo, preguntas y respuestas, para que la vidente pudiese al final firmarlos y evitar futuras y previsibles contestaciones. Pero increíblemente esos tres interrogatorios (mayo del 2000, noviembre del 2001 y diciembre de 2003), de al menos diez horas de duración, según el prelado, no fueron ni grabados, ni filmados, ni verbalizados. El prelado hoy nos explica que él “tomó notas”. De modo que en los documentos oficiales de Fátima solo constan algunas pocas frases atribuidas a la monja, frases de credibilidad controvertida y para nada exhaustivas dado que las preguntas decisivas, las que eran adecuadas para aclarar todas las dudas, no las hizo, o al menos no son reproducidas por Bertone. Y lo que es peor, le atribuye hoy a la monja, que mientras tanto ya ha muerto y no puede desmentir nada, frases que no fueron reproducidas en el informe oficial del año 2000. Según Bertone, la monja con el texto del año 2000 enfrente, habría dicho “éste es el Tercer Secreto”, “el único texto”, y no he escrito ningún “otro”. ¿Por qué una frase tan importante no fue reproducida por Bertone en la publicación oficial? ¿Y por qué no le preguntó el prelado a la vidente si escribió alguna vez la continuación de las misteriosas palabras de la Virgen dejadas en suspenso por el “etcétera” (“En Portugal el dogma de la fe se preservará siempre, etc.”) que han sido consideradas siempre por los expertos el comienzo del Tercer Secreto? Realmente extraño. Del mismo modo que la otra frase que ahora, y solo ahora, muerta la vidente, el prelado le atribuye, según lo cual Lucía, cuando supo del atentado al Papa de 1981, “pensó enseguida que se cumplió la profecía  del Tercer Secreto”. ¿Por qué una confirmación tan decisiva jamás se incluyó en el informe oficial? ¿Por qué en el dossier Vaticano, que publicó el texto de la visión, nadie, ni sor Lucía, ni los cardenales Sodano, Ratzinger y tampoco el propio Bertone, escribió explícitamente que el atentado de 1981 fue el cumplimiento del Tercer Secreto? ¿Y por qué dijo Ratzinger que tal interpretación solo fue una hipótesis y no hubieron “interpretaciones oficiales” de la Iglesia, mientras hoy Bertone pretende imponerla como versión oficial? ¿Y por qué sor Lucía, en su carta al pontífice, adjunta al dossier Vaticano y escrito en el 1982 (un año después del atentado), explicó que “no constatamos todavía la consumación final de esta profecía”, pero “nos estamos encaminando poco a poco a grandes pasos”? ¿Por qué en aquella carta al pontífice Lucía no hace mención del atentado que se había verificado hacía muy poco tiempo, si justamente era el cumplimiento del Secreto?

 

 “Hay quien ha sostenido que Bertone no grabó ni verbalizó los coloquios con la vidente porque se habrían puesto de manifiesto las presiones psicológicas ejercidas sobre la monja de clausura, para inducirla a avalar ciertas tesis. Lo he rememorado leyendo la página del libro de Bertone donde el cardenal recuerda que en algún punto la vidente “se irritó" y le dijo “¡no estoy confesándome!” ¿A qué pudo contestar Lucía con esas duras palabras? ¿Quizá alguien le recordó a la anciana monja de clausura el poder eclesiástico y le insinuó la posibilidad de que le negase la absolución? No se sabe, porque el prelado, que recuerda bien la respuesta, por el fastidio de la monja, dice haber retirado su pregunta”.

 

El contenido de las palabras explicativas: el cisma y la apostasía que vendrán en la Iglesia

 

Ya citamos las declaraciones del cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: “Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esas palabras hacen eco a la versión diplomática del Tercer Secreto circulada por el Papa Juan XXIII y publicadas en “Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Satanás marchará en medio de ellos y en Roma habrá grandes cambios”.

 

Pero citemos otros testimonios:

 

Cardenal Luigi Ciappi, 1995: “En el Tercer Secreto se dice que la pérdida de la fe, es decir la apostasía, saldrá de la cúpula de la Iglesia”.

 

Mons. Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, 1938: “Estoy obsesionado por las confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima. La obstinación de Nuestra Señora ante el peligro que amenaza a la Iglesia es una advertencia divina contra el suicidio que supondría la alteración de la fe en su liturgia, su teología y su alma.

 

Escucho a mi alrededor a los innovadores que quieren desmantelar la Capilla Sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, hacer que se arrepienta de su pasado histórico.

 

Vendrá un día en que el mundo civilizado renegará de su Dios, en el que la Iglesia dudará como San Pedro dudó. Estará tentada a creer que el hombre se ha convertido en Dios, que su Hijo no es más que un símbolo, una filosofía como tantas otras, y en las iglesias los cristianos buscarán en vano la lamparilla donde Dios los espera y como María Magdalena gritarán ante la tumba vacía: ¿Dónde le han puesto?”

 

Cardenal Joseph Ratzinger (entrevista publicada en la revista Jesus el 11 de noviembre de 1984): “El Tercer Secreto se refiere a los peligros que amenazan la fe, y la vida del cristiano y del mundo, y la importancia de los Últimos Tiempos”.

 

Cosme do Amaral, Obispo de Fátima, 10 de septiembre de 1984: “El Tercer Secreto de Fátima no habla ni de bombas atómicas ni de guerras nucleares, ni de misiles SS-20. Su contenido concierne a nuestra fe. Identificar el Secreto con anuncios de catástrofes o con un holocausto nuclear, es distorsionar el significado del Mensaje. La pérdida de la fe en un continente es peor que la aniquilación de una nación; y ciertamente la fe está disminuyendo continuamente en Europa”.

 

El Padre Alonso, archivista de Fátima: “El Tercer Secreto habla de la crisis de fe dentro de la Iglesia y a graves diferencias de la alta jerarquía superior de la Iglesia”.

 

El Cardenal Silvio Oddi, en 1990: “La Virgen Bendita nos alertó en Fátima contra la apostasía en la Iglesia”.

 

La beata Ana Catlina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.

 

La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”

 

Si esto es así, si ese es el contenido del segundo documento, entonces se explica el testimonio del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II cuando dijo: “El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia”. Y se explican también las palabras del Padre Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.

 

San Francisco de Asis: “Habrá un Papa no electo canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que harán que muchos duden. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran aún los elegidos se perderían”.

 

Juan de Rocapartida: “El Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán si ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.

 

Nicolás de Fluh: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.

 

Al Padre Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Virgen María le reveló en 1979: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viendo”.

 

El Papa Paulo VI, 29 de junio de 1972: “El humo de Satanás se ha infiltrado por las grietas de la Iglesia”.

 

Si el segundo documento pone en descubierto, como parece, la trama que altos masones clérigos infiltrados en la Iglesia están fraguando desde la cúspide de la Iglesia, se explican también las palabras del Cardenal Ottaviani cuando dijo: “El Tercer Secreto tenía que ser enterrado en lo más oculto, en el lugar más profundo, oscuro e inaccesible de la Tierra”.

 

Desde luego, las revelaciones arriba mencionadas son privadas, y por tanto no son objeto de fe. Pero podrían ser indicativas de una profecía de San Pablo que sí es revelación pública: “Que nadie os engañe, porque antes (del Retorno de Cristo) tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío, el hijo de la perdición, el adversario (el Anticristo) que se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta sentarse él mismo en el templo de Dios haciéndose adorar como Dios (…) Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene (¿el Papa?), entonces se manifestará el impío…” (2Tes 2, 3-8).

 

Y también resuenan las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica en su No. 677: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección”.

 

Para quien se interese en el tema, la página más completa, que expone las dos posturas (la de Sodano y la verdadera) con seriedad imparcial y documentada, es:  www.fatima.org

 

“No hay nada oculto que no haya de manifestarse, ni nada escondido que no llegue a saberse”: Mc. 4, 22.

 

Versión diplomática del Tercer Secreto

 

Ante la grave crisis mundial, el Papa Juan XXIII envió este texto a las potencias mundiales. Louis Emmrich, periodista alemán afincado en Roma, recibió una copia, publicándola el 15 de Octubre de 1963 en la revista alemana Neues Europa con el título “Extracto del Tercer Secreto enviado por El Vaticano a las potencias mundiales”.

 

Fue impreso en las principales revistas de la época, no siendo nunca  desmentido. Al contrario: En las "Memorias del Cardenal Cassaroli" se lee que el presidente Kennedy resaltó que la decisión de Juan XXIII ayudó a la firma del tratado de distensión antiatómica y a solucionar la crisis de los misiles en Cuba.

 

También lo ratificó Juan Pablo II en la entrevista de Fulda: “Mis antecesores prefirieron darle una relación diplomática del secreto”.

 

Este es el texto circulado por Juan XXIII:

 

“No tengas temor, querida pequeña.  Soy la Madre de Dios, que te habla y te pide hagas público el presente mensaje para el mundo entero. Haciendo esto encontrarás fuertes resistencias.  Escucha bien y pon atención a esto que te digo:  Los hombres deben corregirse. Con humildes suplicas, deben pedir perdón de los pecados cometidos y que pudiesen cometer.

 

Tú deseas que Yo dé una señal para que cada uno acepte mis palabras que Yo digo, por mediación tuya, al género humano. Has visto el prodigio del Sol, y todos, creyentes, incrédulos, aldeanos, ciudadanos, sabios, periodistas, laicos, sacerdotes, todos lo han visto. Y ahora proclama en mi Nombre:

 

Un gran castigo caerá sobre todo el género humano; no hoy, ni mañana, sino en la segunda mitad del Siglo XX.  Ya lo había revelado a los niños Melania y Massimino, en La Salette, y hoy lo repito a tí porque el género humano ha pecado y pisoteado el don que había hecho.

 

En ningún lugar del mundo hay orden, y Satanás reina sobre los más altos puestos, determinando la marcha de los acontecimientos. él, efectivamente, logrará introducirse hasta la cúspide de la Iglesia.  él logrará seducir los espíritus de los grandes científicos que inventan las armas con las cuales será posible destruir en pocos minutos gran parte de la humanidad.  Tendrá en su poder a los potentes que gobiernan los pueblos, y los incitará a fabricar enormes cantidades de estas armas.

 

Y si la humanidad no se opusiese a esto, estaré obligada a dejar libre el brazo de mi Hijo.  Entonces se verá que Dios castigará a los hombres con mayor severidad como no había hecho en el diluvio.  Llegará el tiempo de los tiempos y el fin de los fines si la humanidad no se convierte, todo continua como ahora, o peor, se agravará mucho más.

 

Los grandes y los potentes perecerán junto a los pequeños y los débiles. También para la Iglesia, llegará al tiempo de sus más grandes pruebas. Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Satanás marchará en medio de ellos, y en Roma habrá grandes cambios. Lo que está podrido caerá, y lo que caerá ya no se levantará más. La Iglesia será ofuscada y el mundo trastornado por el terror. Tiempo llegará, en que ningún rey, emperador, cardenal u obispo esperará a Aquél, que sin embargo, habrá de venir, pero para castigar según los designios del Padre mío.

 

Una gran guerra se desencadenará en la segunda mitad del Siglo XX. Fuego y humo caerán del Cielo, las aguas de los océanos se volverán vapores y la espuma se elevará revolviendo y hundiendo todo.  Millones y millones de hombres perecerán de hora en hora;  aquellos que queden en vida envidiarán a los muertos. Por cualquier sitio por donde se dirija  la mirada habrá angustia, miseria, y ruinas en todos los países.

 

¿Ves? el tiempo se acerca cada vez más, y el abismo se engrandece sin esperanza.  Los buenos perecerán junto a los malos, los grandes con los pequeños, los príncipes de la Iglesia con sus fieles y los gobernantes con sus pueblos.  Habrá muerte por todas partes por causa de los errores cometidos por los insensatos, y por los partidarios de Satanás,  el cual entonces, y sólo entonces, reinará sobre el mundo.

 

Por último, cuando aquellos que sobrevivirán a todo evento estén aún con vida, proclamarán nuevamente a Dios y a Su Gloria y le servirán como en  los tiempos en que el mundo no estaba así de pervertido. Ve, pequeña mía, y proclámalo. Yo a tal fin, estaré siempre a tu lado para ayudarte”.

 

Hasta aquí el artículo.

 

A nuestro modo de ver, la intención no solamente ha sido que se minimice el contenido del secreto, el cual está relacionado con la espantosa corrupción y degeneración de las cúpulas clericales, así como  el objetivo de su relevación, sino que, como lo ha hecho el maligno desde el principio, manipularlo para preparar el advenimiento de una nueva estructura de control y de poder en la Iglesia Católica.

 

Queda claro para muchos que dicho tercer secreto real se refiere a la abominación de la desolación que procede desde el pecado dentro de la iglesia, todas las abominaciones cometidas por los ministros de la iglesia, que son coronadas con la peor de las abominaciones que consiste en el abuso sexual contra los niños a manos de curas pederastas y todo cuanto le posibilita. Ni más ni menos que posesos de demonio dirigiendo a la iglesia de Dios y  celebrando los misterios de la salvación del hombre; haciendo las veces de Cristo y utilizando las órdenes sagradas para servicio del maligno. Por ello han hecho todo lo necesario para confundir y enterrar el tercer secreto.

 

No queda lugar a dudas que Benedicto XVI y los cardenales y obispos fieles a la doctrina de Cristo y a la misión de la Iglesia han tenido que llevar hasta su extremo el consejo de Cristo al señalar el no echar las perlas delante de los cerdos, ya que las pisarán y se volcarán para destruir al que lo hizo y en el sentido de ser prudentes como las serpientes y mansos como los corderos.

 

Por tal razón es que el grupo de Benedicto XVI no se opuso a la revelación de la versión del tercer secreto de Fátima que se hizo oficial y que esperó el momento prudente para abatir la embestida pederasta de curas demoniacos. De otro modo, el poderoso círculo pederasta lo hubiera hecho abortar y en este momento los cambios hacia el desmantelamiento de la iglesia probablemente estarían en pleno desarrollo.

 

En los recovecos del poder en la Iglesia, solamente entre dichos grupos  se conocían y conocían sus secretos, aunque hacia fuera todo parecía como un monolito, la iglesia misma así lo parece.

 

Se trata sin lugar a dudas, de cuestiones cuya naturaleza solamente podían conocer los amantes de la verdad, quienes buscan la sabiduría tal cual lo ordenan las escrituras y quienes piden al Espíritu Santo para que el Padre se los entregue y tengan el discernimiento de espíritus necesario para reconocer la verdad y la gracia suficiente para abrazarse a ella.

 

Es necesario reconocer que tales fenómenos son de naturaleza análoga con aquellos hechos arcanos   que ocurrieron en el empíreo, cuando Dios, en una explosión de amor a sus creaturas, quiso revelarles el misterio de su voluntad, al presentarles a una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y con los dolores del parto y en cuyo seno estaba Cristo, rey de reyes y señor de señores, ante cuyo nombre todos doblan la rodilla, en el cielo, en la tierra y en los abismos.

 

Tal como hemos expuesto en “Los Hijos del Diablo”, cuando Dios creó todo cuanto existe, no creó a un dragón rojo que estuviera oculto en el cielo y cuyo oficio fuera acechar a la Santísima Virgen María para devorar a Cristo en cuanto naciera, sino que un espíritu celeste adquirió la naturaleza del dragón devorador, por voluntad propia, por su iniquidad, por lo cual queda evidente que antes no era un dragón, sino que apareció de pronto, al ser atravesado por la luz de Cristo que es la verdad misma, que provenía del seno de la Virgen,  por cuanto quedó al descubierto, ante todos los habitantes del cielo, la iniquidad que le da tal naturaleza de dragón.

 

Ello significa que la iniquidad anida y se desarrolla oculta bajo la apariencia de la máxima virtud bondad y belleza, pero al confrontarse con la fuente de toda virtud que es Cristo, de quien procede y a quien tiende todo cuanto existe, se revela su verdadera naturaleza con todas las proporciones de su  iniquidad.

 

Al analizar lo anterior, queda claro que tanto el malvado como la iniquidad anidarán en la tierra y en los  hombres hasta el último momento y que es necesario cortar de tajo el pecado y lo que es ocasión del pecado y arrojarlos lejos.

 

Tal ejercicio que debe ser diario en el cristiano, ofrece  la agudeza en el discernimiento de espíritus que permite conocer la metodología de concepción y gestación de la iniquidad, así como su operación para reproducirse, expandirse y apoderarse del organismo del que es parásito.

 

Por su naturaleza, la iniquidad y sus operadores manejan lo que se denomina la dialéctica de la acción.

Esto es, que si bien la embestida de curas pederastas ha sido atajada, en apariencia, todas las probabilidades de ocurrencia frente a dicho fenómeno ha sido calculada para el servicio del avance de los malvados, por los grupos que de ello obtienen beneficio.

 

Es por eso que si hubieran llegado al poder de El Vaticano los pederastas, de todas maneras tendrían que haber sido denunciados y juntamente con ello vendrían las transformaciones de la iglesia hacia una iglesia holística al servicio del poder mundial, porque el grupo que los sostiene, yace en la oscuridad.

 

En el caso que ha ocurrido, marchan las pinzas dialécticas de destrucción contra el grupo de Benedicto XVI, por un lado la acusación de complicidad –cuando no tuvo otra opción que aguantar hasta tener el poder necesario para abatir  a los pederastas—y por el otro lado el empuje del grupo que promueve las reformas señaladas.

 

Por la naturaleza de la iniquidad y del ser humano, existe un elemento de la dialéctica que seguramente ya está previsto por el mismo Papa, pero que es inevitable y que se esconde en lo profundo del fingimiento de virtud y caridad, que es el que desencadenará la debacle. Muy seguramente se encuentra centrado en personas de íntima cercanía con el Papa, cuyo asalto se revelará tan sorpresivamente como lo hiciera la aparición del dragón del que se advierte en el capítulo 12 del Apocalipsis.

 

Como suele ocurrir, tratándose de seres humanos, es muy probable que dichas personas no estén concientes de que habrán de tomar partido en cierto momento, pero cuando este llegue, lo harán con toda la fuerza de su voluntad, sin importar que hayan sido íntimos del Papa e incluso conocidos de muchos años.

 

Es precisamente cuando se dividirá la Iglesia actual, dando lugar a la siega y a la separación del trigo y la cizaña, en donde la Iglesia verdadera quedará plenamente identificada e integrada por los que quisieron ser hijos de Dios y una antiiglesia integrada por quienes se oponen a la verdadera doctrina de Cristo y quieren una iglesia que celebre todos sus antojos en todos los aspectos.

 

En este escenario, dicha “iglesia” celebrará las apariencias de virtud en toda la gente, sin importar que sean pederastas, asesinos, ladrones, mentirosos, etc. La regla es que nadie se de cuenta de las malas acciones. Ciertamente esta iglesia denunciará y perseguirá con gran fuerza y mayor de la que se se ha hecho ahora a pederastas, ladrones, mentirosos, avaros, etc, etc., pero lo hará contra los torpes que no conocen las profundidades de satanás, esto es, porque son pecadores que no se han entregado a la perfección del pecado que les permita la maestría en la mentira, ya que aunque el demonio se sirve de todos los pecados, odia y desprecia a los pecadores y más a los tontos.

 

Es así, que los pederastas y los que los han encubierto e impulsado, por la naturaleza de sus actos, encierran todas las abominaciones señaladas en la Biblia y es una alerta de que la abominación de la desolación, esto es, el reinado del anticristo se aproxima. Desde el punto de vista operativo, su escándalo es un elemento instrumental que sirve al grupo de poder que busca el cambio estructural por una iglesia holística, como una poderosa palanca para acelerarlo.

 

Desde el punto de vista de la interpretación teológica que sostiene que el capítulo 12 del Apocalipsis resume la historia de la  creación y de la salvación, por lo cual expone hechos anteriores a la existencia del universo, de su creación, de la aparición del mal y del demonio la caída del hombre, su redención y el reinado triunfal de Cristo, habrá un hecho trascendente que revele el misterio fundamental de la Virgen María, el misterio de Dios, tras de lo cual, aparecerá en la tierra la manifestación del dragón rojo.

 

Así como ante los ángeles del cielo Dios presentó a la mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies con los dolores de dar a luz a Cristo, rey de reyes y señor de señores,  en la tierra habrá de manifestarse la verdad fundamental de la Santísima Virgen María Madre de Dios, constituida con todos los decretos de Dios para sus creaturas y por la redención misma, lo cual es la consumación del misterio de Dios.

 

Esta verdad de María será la luz misma de Cristo, en una nueva Iglesia, pero al mismo tiempo aparecerá de modo inevitable ese dragón rojo que buscará devorarla y se entablará una lucha. Este dragón rojo es la bestia que surge del mar que tiene el poder del demonio y su cetro, que será montado por un corto tiempo por una prostituta, la falsa religión, con su falso profeta, el anticristo, quien destruirá enseguida a esa falsa iglesia para que queden solos él y la bestia.

 

Tal como ocurrió en el cielo, la luz de la mujer vestida de sol con la luz de Cristo desde su vientre, que es la verdad y la vida, quedará totalmente al descubierto la justicia de los justos y la iniquidad de los malvados, quedarán total e irreductiblemente separados, de modo que habrá padres contra hijos, hijos contra padres, hermanos contra hermanos, etc, etc. Se cumplirá de manera devastadora aquella separación y enemistad de simientes que estableció Dios desde el principio del mundo (Gn. 3, 15; Mt. 10, 21).

 

No será, como ya se explicó, una lucha en contra de los pederastas o los ladrones, sino que el vómito del dragón, esto es la mentira, arremeterá contra los justos. Juntamente con una pretendida reforma de la iglesia en contra de los pederastas, los ladrones, los avaros, los borrachos, etc., se luchará en favor del aborto, de los anticonceptivos, la ordenación de mujeres, la supresión de ritos “excluyentes”, tales como los sacramentos de la  Eucaristía y la confesión, y la persecución, la cárcel, el desprecio y la exclusión de la sociedad y de sus beneficios de todos aquellos que quieran mantener los viejos ritos “excluyentes”, por tratarse de “discriminadores” (Mt. 10, 25).

 

Será precisamente en el momento en que la Eucaristía sea proscrita, cuando aparecerá el hombre de la iniquidad, el anticristo, ya que el que lo retiene, el cuerpo de Cristo, habrá sido quitado de enmedio del mundo (Jn. 5, 43; 2 Tes. 2, 6; 2 Cor. 6, 15; Mc. 2, 20). Dios retirará el cuerpo de Cristo, principalmente,  porque los administradores no solamente dejaron de administrar los bienes de Dios y se convirtieron en indignos, sino que también se adueñaron de ellos y se convirtieron en sus depredadores (Mt. 5, 13; 21, 40; 24, 48-51; 25, 26; Sal. 40, 10; 54, 13-14).

 

Un fenómeno análogo ocurrirá en todas las denominaciones y en todas las religiones. Los perseguidos constituirán entonces la verdadera iglesia de Cristo, quien dijo:  "también tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Jn. 10, 16).

 

En este orden, es necesario reflexionar acerca de hechos diversos para conocer las probabilidades de ocurrencia hacia el final de los tiempos en la era del anticristo. Primero se encuentra la rebelión de satanás en el cielo y su precipitación a la tierra. Segundo, la traición de Judas y los hechos que la rodearon. Tal análisis revelará  lo que puede pasar en torno del Papa, hasta a asunción del antipapa que será el falso profeta,  el anticristo.

 

Existe una relación natural entre la señal que aparece en el cielo, de la Santísima Virgen María y de Cristo, que se describe en el libro del Apocalipsis de San Juan, con las narraciones del antiguo testamento que los padres de la Iglesia atribuyen a la condición del demonio antes, durante y tras de su caída (Apoc. 12; Ez. 28, 1-19; Is. 14, 11-15; Jr. 2, 20; Lc. 10, 16).

 

Los elementos fundamentales es que se trata de un ángel que fue creado con poder sobre todos los demás, para gobernar toda la creación, hasta la llegada de Cristo; muy cercano a Dios. Sin embargo,  enamorado de sí mismo, determinó  separarse de Dios e ir en contra de su voluntad que está  encerrada en la Santísima Virgen María. Se constituyó como dios de sí mismo, creador de su universo contrario a Dios, constituido por la mentira y el homicidio.

 

Su rebelión no causó modificación alguna en los planes de Dios, quien eternamente y junto con el decreto creador, constituyó, sin ser condicionado de manera alguna por ello, el decreto redentor en un mismo y maravilloso plan, encerrado en María (Ef. 1, 9-12).

 

Tal como en el caso del demonio, que fue el ángel más cercano a Dios antes de su caída, Judas fue un hombre muy cercano de Jesucristo, tal vez el más cercano durante toda su vida y al único que llamó amigo (Mt. 26, 50; Sal. 54, 13-14).

 

Este  es el fenómeno en que se enmarca el misterio de la iniquidad: que la persona más cercana se convierte en el adversario, el traidor, por atribuirse facultades iguales o superiores a las de la persona de la que es cercano, en este caso, Dios y Jesucristo; creerse con la capacidad de modificar su voluntad y de generar un proyecto mejor, acorde con sus intereses particulares.

 

Derivado de esto, es que Jesucristo advierte a sus discípulos que los enemigos de un hombre serán los de su casa y los de su familia.

 

El misterio radica en la interrogante del por qué esa persona cercana, llamada a desarrollar los planes más delicados de Dios, se convierte a sí mismo en su adversario. Su naturaleza se vincula con el misterio de la existencia misma de los seres contingentes. En los racionales como protagonistas y en los no racionales como sujetos pasivos del drama de la elección de los primeros por el bien o por el mal.

 

Todo hombre ha de estar en la disyuntiva de elegir el bien o el mal y, hecha la elección, obtiene la consecuencia de la misma: recibir y sufrir la traición, el intenso drama de aquellos que parezcan los más cercanos, cosa que a muchos les originará la muerte (Sal. 40, 10).

 

Tal misterio se enmarca en el hecho fundamental de la relación entre creatura y creador: Dios da la vida  a su creatura y se entrega a ella. En consecuencia, la creatura ha de entregarse a su Creador. En el acto de la entrega de Dios a la creatura no hay defecto, porque es el autor y la perfección misma. La creatura  por su parte, al ser llamada a recibir al Creador, esto es, a hacer un acto de amor análogo al del Creador, lo va hacer con la facultad que es propia de su naturaleza, con una libertad limitada de creatura, distinta de la libertad del Creador. Esto es, un acto similar al del Creador, pero con medios de creatura, su inteligencia para darse cuenta de la verdad y su voluntad para abrazarse o no a ella.

 

Por el acto de amor del Creador, encerrado en esas facultades, depositó una inclinación natural hacia el bien, por lo que esa es la ayuda suficiente y necesaria para poderlo elegir, sin embargo, la creatura ha de elegir desde sí misma aceptar o no tal inclinación, por tanto, de modo inherente, existe la disyuntiva, que está en encerrada en la voluntad  de la creatura, tal como está en el momento de la elección, poder elegir.

 

¿Por qué unos se eligen a sí mismos en lugar de a Dios? La respuesta es tan fácil, tal  como la reiteración de la pregunta: porque así lo quisieron, así les dio la gana. Aún así ¿por qué alguien decidió por sí mismo y rechazó la bondad de Dios? La respuesta es la misma, porque así le dio la gana.

 

Ciertamente la elección de sí mismo conlleva el abrazarse al vacío, el cual por su naturaleza traía de modo inherente la compulsión por elegir algo con qué llenarse y este vacío fue creado eterno, por Dios,  para poderlo contener eternamente. Si se elige lo limitado, pues el resultado es la contradicción, la sinrazón, la mentira y la configuración de una serie de supuestos sin fin para tratar asirse de algo que siendo mentira, jamás se podrá tener. Esto es, la creación de un universo de mentiras.

 

Tal universo de mentiras queda al descubierto con la luz de Cristo, que es la verdad que se nos da por medio de la Santísima Virgen María, por lo que las creaturas que toman tal determinación despiden de si a toda bondad, quedando al descubierto el objeto de su elección, una mentira y el suicidio eterno. Su existencia se constituye de mentira, muerte y odio, por propia elección; creados por ellos mismos, para sí mismos, son “como dioses” que han determinado para sí lo bueno y lo malo y creado su propio universo.

 

Este breve análisis se orienta a señalar que el desarrollo de la iniquidad, que desde el punto de vista de la cercanía con Dios, es análoga con la rebelión de Lucifer y la traición de Judas,  desde el punto de vista del tamaño de la iniquidad de los curas pederastas, supera a ambos. Esto es, que el oficio de Cristo Redentor se utiliza como máscara para el servicio del demonio en contra de los niños.

 

Dada esta condición, puesta por el hombre mismo en escena, se sigue de manera irrevocable el desenlace, tal como ocurrió en el cielo cuando el dragón fue arrojado, quedando solamente los ángeles leales a Dios y,  en la tierra, cuando se dio la traición de Judas, pero que al mismo tiempo se presentó la redención del hombre con el sacrificio de Cristo en la Cruz, quien independientemente de la traición, en obediencia al Padre, dio su vida porque quiso darla por todos.

 

La existencia de los curas pederastas y todo cuanto han originado, trae como desenlace la aparición del anticristo y su profeta, su derrota y el nacimiento de la nueva iglesia con una nueva humanidad llena del Espíritu Santo.

 

Los pederastas y sus cómplices son posesos del demonio. Los curas en este estado, usan la representación de Cristo para servir a su verdadero padre y vivir del pecado. Se han arrodillado ante el demonio y le sirven, por lo cual, este les ha brindado el poder del mundo, al menos mientras no fueron descubiertos y pisoteados por los hombres (Mt. 4, 9; 5, 13).

 

Están en el altar, en el lugar santo, donde no deberían estar, ejerciendo los ministerios y el misterio de nuestra fe, que no deberían ejercer. Les gusta ese estado y así lo quieren y lo procuran, estar posesos del demonio y al mismo tiempo ejercer el sacerdocio de Cristo. Quieren ese estado y quieren al mismo tiempo la gloria del cielo. Están en el lugar santo, son la abominación desoladora.

 

Sin embargo, si los sacerdotes se han prostituido y ejercen el oficio la gran ramera (Apoc. 17), es porque representan a un pueblo que igualmente ha cometido todas las abominaciones y se entrega al pecado y al demonio, que es el pueblo que ha de recibir al anticristo, una nación mundial.

 

Este pueblo tal cual sus ministros ha constituido una religión para la cual todo lo que se acomoda a su capricho es bueno y santo y malo todo lo que le contradice. Incluso han prostituido el lenguaje que usan, por ejemplo, las palabras bueno y malo han quedado proscritas, en su lugar hablan de “positivo” y “negativo”, “constructivo” o “destructivo” y de puro amor sin cruz, un cristo sin cruz que todo lo admite y todo lo perdona, menos el estar en desacuerdo con los demás.

 

Dado que se ha formado un pueblo, esto es una bestia escarlata con una religión que es encabezada por una casta sacerdotal como la anteriormente descrita y por gobernantes que los cobijan, se sigue su pontífice, el anticristo, la bestia que surge de la tierra que hace bajar fuego del cielo e impone la marca de un nombre que se resume con el número 666, en la mano o en la frente de sus seguidores (Apoc. 13, 11-18).

 

La aparición de dichas bestias señala la víspera del juicio, que empieza con que a todo el sacerdocio le es quitado el sacramento de la salvación, el cuerpo de Cristo, el novio; ha llegado el tiempo de ayunar para los compañeros (Mt. 9, 15). La sentencia contra Marcial Maciel por parte del Papa Benedicto XVI, de suspensión del ejercicio sacerdotal representa la separación que se viene para retirar la eucaristía del mundo entero y el tiempo de ayuno.

 

Aunque los pederastas sean denunciados y los cardenales y obispos leales al Papa Benedicto XVI hagan una labor de limpia en la iglesia, las estructuras y las formas de vida que incubaron a tales engendros persisten, por lo que aparecerán más con mayor astucia, pederastas o no, pero cuya doctrina no es la de Cristo, sino aquella del cristo al gusto de todos, sin sacramentos y sin obligaciones.

 

Ciertamente los pederastas serán repudiados por todos y proscritos, pero su trabajo es abrir la puerta a las reformas que arrojarán a la vista de todos a las dos iglesias: la de la bestia con la ramera y la de la mujer vestida de sol. La primera iglesia con todo el poder del mundo que proclamará el reinado de la segunda bestia, el anticristo y la segunda iglesia, con el signo de la cruz que abrazará en el desierto con la persecución de la primera.

 

Dado que la división y la animadversión entre las dos iglesias es invencible e irreductible, congénita y establecida por Dios (Gn 3, 15), en cada familia, en cada parroquia, en cada congregación religiosa, en cada iglesia que se diga cristiana, tendrán que separarse los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas.

 

Entre paréntesis cabe señalar que, para el caso de los Legionarios de Cristo, ya que se adelantó el faro del Papa Benedicto XVI, la consecuencia debería ser la misma, ya que sus estructuras,  sus relaciones y su nombre ha servido para la abominación, quienes amen más a Cristo y su iglesia deberán salir de allí y continuar por su lado el camino hacia la santidad (Apoc. 18, 4).

 

Se ha dicho que habrá un líder político al que se identifica con el anticristo y con la bestia que surge del mar y otro líder religioso que sirve al anticristo, que surge en la iglesia católica,  que es la bestia que surge de la tierra. Esto parece un sofisma.

 

Coincidimos con la opinión teológica que sostiene que solamente habrá un anticristo, el cual será un líder religioso que probablemente surja de la iglesia católica y que usurpe al papado, el cual será el único anticristo, la bestia que surge de la tierra, mientras que la bestia que surge del mar, tal cual  lo señala el Apocalipsis, es un conglomerado de naciones, gobernantes, sistemas políticos y doctrinas, uno de los cuales fue herido de muerte y luego curado. Dicha bestia emite blasfemias pero no es el anticristo, ni lo es alguno de sus líderes (Apoc. 13, 1-8; 17, 8-13).

 

Esta misma bestia, que representa también a la apostasía general (2 Tes. 2, 3) posteriormente adquiere el color escarlata y es montada por la gran prostituta, vestida de purpura y escarlata, que lleva una copa llena de abominaciones y su prostitución, y que es la madre de todas las abominaciones, la cual será luego repudiada por los reyes que constituyen a esta bestia (Apoc. 17, 3-5; 16-18).

 

A nuestro juicio, esta ramera es la casta sacerdotal y religiosa que hemos expuesto, una falsa iglesia integrada por todas las denominaciones; muy poderosa, que surgirá con poder tras la aparición de la bestia del mar, esto es, que habiendo una colectividad de pueblos y gobernantes apostatas que practican la abominación, es coronada por una casta de sacerdotes y ministros de todas las religiones; abominables como ya lo hemos explicado, sin embargo, oportunistas. Su naturaleza no es el ser religiosos ni políticos, sino la de la abominación,  la prostitución y la autosatisfacción con perseguir a los justos.

 

Una vez que cumpla su misión de llenar su copa con todas las abominaciones,  de fornicar con los reyes de la tierra y embriagarse con la sangre de los santos de la verdadera iglesia de Dios a los que perseguirán, será destruida por los reyes que constituyen a la bestia, por órdenes del anticristo, quien se proclamará dios con ese acto y suprimirá todo culto y toda ley. Se trata de una masa oportunista que se siente la crema y nata de la bestia y que por eso debe montarla y pasear sobre ella, conducirla por donde quiera, pero pronto esos prelados y ministros abominables son destruidos por esa misma bestia, de una manera ignominiosa, ya que la bestia es señora de sí misma y, por su naturaleza, esta por encima del anticristo.

 

Es necesario explanar respecto del tema de las bestias que señala el Apocalipsis, ya que hay diversas interpretaciones presentadas por exegetas y estudiosos de todas las denominaciones cristianas. Incluso dentro de la Iglesia católica hay quienes se inclinan por la interpretación de que la bestia que surge del mar, además de representar a pueblos, gobernantes, poderosos y sistemas económicos,  políticos, sociales y culturales, representa también a un líder político distinto del falso profeta.

 

Tal interpretación proviene de las descripciones de las acciones que se narra en el libro de la revelación posteriores a la aparición de las dos bestias. En el capítulo 13, versículo 18 se menciona el número de la bestia, como el del nombre de un hombre. En el capítulo 19, donde se narra la victoria de Cristo sobre la bestia y el falso profeta, los cuales son arrojados vivos al lago de fuego y donde también se diferencia a los demás que participan en la lucha, reyes de la tierra con sus ejércitos (Apoc. 19, 19-21).

 

Esta interpretación, la del anticristo y el profeta del anticristo, como dos líderes distintos, ha sido ampliamente difundida incluso en los medios masivos y numerosos teólogos y estudiosos la sostienen.

 

A nuestro juicio, por el tipo de manejo del lenguaje con el que tal interpretación se expone, contiene elementos para discernir que se trata de una ideología que sirve a la confusión para que el mundo busque a un líder político, un gobernante poderoso que surja para encabezar  grupos de naciones, y no un líder religioso, a quien ya se ha etiquetado simplemente como un profeta, siendo que este último es el anticristo y que no habrá dos líderes, uno en el mundo político y otro en el religioso, sino uno solo que surgirá desde el mundo religioso, desde el cual controlará todo el mundo del poder político.

 

Coincidimos con la interpretación de que la bestia no es un ser humano, sino muchedumbres de ellos, un poderoso sistema total de cosas que en esencia tiene el poder de todos los pecados de la humanidad y de todas las posesiones diabólicas pasivas; es el poder del demonio que se manifiesta a través de todos los pecados que cometen los hombres que se le han entregado y que por tal motivo han sido posesos del demonio de modo pasivo, esto es, al modo de Judas el traidor y les ha dado su poder personal y su soberanía (Apoc. 13. 2; Dn. 7, 7).

 

La bestia que surge del mar es la humanidad que ha optado por el pecado y por ser posesa del demonio, por querer vivir en el pecado y sin Dios, contra Dios. Por tal motivo, el demonio les ha dado su poder y su trono de manera individual y de manera colectiva. Es, por decirlo de otro modo, un remedo grotesco de lo que Dios hace con su gracia en el hombre: mediante la gracia santificante, el hombre vive la misma vida de Dios y de manera colectiva conforma el cuerpo místico de Cristo. En el caso de la bestia que surge del mar, se trata de muchedumbres que se han entregado al demonio por su vida de pecado y abominación y que por ello se han hecho sus hijos y son posesos del demonio de manera que el demonio vive en ellos, dentro de ellos y obra a través de ellos, es el cuerpo colectivo del demonio (Gn. 3, 15; Jn 8, 44; Dn. 7, 7 y 23; 8, 5-8).

 

Dadas estas condiciones, existe un ente bestial que vive dentro de todos esos reyes y ejércitos y dentro de toda la humanidad que quiere vivir en el pecado en contra de Dios, el cual es diferenciado claramente en la lucha escatológica, no son solamente demonios, sino la mezcla de demonios con la voluntad de los hombres demoniacos. Es todo el poder de esa bestia que se concentra para luchar en contra de Cristo (Apoc. 19, 19-21).

 

Existe el caso del endemoniado de Gerasa, el cual estaba poseso por una legión, pero en la interlocución hablan como una persona (Mc. 5, 8). En este caso es similar, pero la posesión es en gran parte de la humanidad que quiere estar posesa, esto es, no se trata de posesos ordinarios, a los que el demonio se les metió sin su consentimiento, sino que libremente por una vida de pecado y de mentira, de abominaciones, se entregaron al demonio para experimentar su poder y crear un mundo sin Dios (2 Tes. 2, 11-12).

 

La relación del hombre impío, la bestia que surge de la tierra, el anticristo, con la bestia que surge del mar, es del que le sirve y la personaliza. El anticristo es un hombre, es el falso profeta,  que sirve a la bestia conformada por hombres naciones sistemas, posesos todos por el demonio y por ello reciben en su conjunto el poder y el cetro del dragón (Apoc, 13, 12; 13, 2; Dn. 7, 23-25; 8, 5-8).

 

Es un hombre demoniaco que ejerce gran poderío en su persona, ya que puede hacer bajar fuego del cielo, convocar a todos los habitantes de la tierra para hacer una imagen de la bestia –cuyas características ya hablamos, de esa humanidad posesa del demonio, de ese colectivo monstruoso poderoso y demoniaco-- y luego tiene poder para hacer que esa imagen hable e interactúe con los hombres; de matar a los que no se sometan y adoren a esa bestia y de marcar a todos con el sello de tal bestia en su mano o en su frente. Se hace adorar como dios, se sienta en el santuario de Dios (Apoc. 13, 11-17; 2 Tes. 2, 4-12; Dn. 7, 23-25; 23; 8, 5-12; 8, 23-25).

 

En el caso del anticristo se señala claramente que es una bestia que procede de la tierra, identificada esta por todas las religiones cristianas como el mundo religioso. De tal interpretación se sigue que es un sujeto que ha vivido una vida de gran y ejemplar santidad, que en el momento de la prueba se incendia en la iniquidad y odia a Dios, a quien antes había servido irreprochablemente; lo repudia y se hace siervo del demonio y acepta todo su poder. Viene a servir a la bestia que surge del mar, que el demonio ha engendrado durante siglos, a representarla y consumar sus planes (Dn. 7, 24; 8, 23-25; Ez. 28, 2-6 y 17; Apoc. 13, 11-17).

 

Una vez que sea retirado el sacramento de nuestra fe, la Eucaristía, aparecerá este anticristo. De inmediato configurará y ejercerá el poder de esta bestia y personalizará todos los recursos tecnológicos y del poder del demonio que se encuentran en ese mundo de masas posesas, para concentrarlo en sí mismo e imponer su ley, que es la misma del demonio (Dn. 7, 25; 8, 10-12; 8, 23-25; 9, 24-27).

XVII. Los mentirosos...